La nota de prensa sobre la presentación del ejercicio presupuestario para el año 2024 en las comisiones de Asuntos Económicos y de Asuntos Constitucionales expresa el criterio discutible de que hubo un desempeño fiscal “satisfactorio” porque se redujo el déficit fiscal inicialmente planificado, hubo superávit en la cuenta corriente y el déficit se concentró en la cuenta de capital (inversiones) con lo que “se pone coto a una distorsión estructural del presupuesto”.
Aunque el análisis razonado deberá esperar por los datos finales que se informarán en el ejercicio de “liquidación del presupuesto” el próximo mes de julio, se dispone ya de información preliminar que aconseja moderación respecto a la satisfacción oficial con los resultados presupuestarios de 2024.
1. El déficit presupuestario de 2024 se mantiene en el mismo rango de 11% a 12% del PIB que ha tenido desde 2021 por lo que es problemático hablar de una mejoría del déficit. Hubo una reducción en el valor nominal del déficit en comparación con el monto inicialmente planificado, pero no hay una reducción significativa respecto a los tres déficits anteriores. De hecho, sería el segundo mayor déficit del mundo, solamente superado por el déficit de Ucrania (18,7%). Fuente: FMI. Fiscal Monitor. Octubre 2024.
2. La existencia de un superávit en la cuenta corriente -ingresos corrientes (tributarios y no tributarios) menos gastos de la actividad presupuestada (salud, educación, seguridad social, administración pública, etc.)- parece significar tres cosas:
a. El déficit en la cuenta de capital estaría en el entorno del déficit total (90 mil millones de pesos) y ese monto equivaldría aproximadamente al gasto de capital porque tradicionalmente los ingresos de capital no son significativos. Si en 2024 el gasto total fue de 474 mil millones de pesos y se restan 90 mil millones, el gasto corriente sería aproximadamente 384 mil millones, algo mayor -en términos nominales- a los gastos corrientes de 2023 (301 mil millones) pero que pudiera significar a un aumento pequeño y quizás hasta una reducción real cuando se descuenta la inflación (todavía no se dispone de un deflactor que permita ajustar la cifra nominal a la inflación en el gasto presupuestario).
b. Con estancamiento (o eventual reducción) del gasto real de actividad presupuestada que incluye un alto componente de salarios y pensiones, entonces la alegada “mejoría” de la cuenta corriente se explicaría no solamente por una mayor captación de ingresos, sino en parte por una contracción real (ajustada a la inflación) de esos salarios y pensiones, es decir por un empeoramiento del nivel de vida de jubilados y de una parte de los trabajadores. La “mejoría” de la cuenta corriente tendría así un componente de mayores ingresos y también un componente de “austeridad”, con efecto de erosión en el nivel de vida. En ese punto no habría motivo para sentir satisfacción por la gestión fiscal 2024.
c. Aunque, en principio, un aumento (proporcional y en monto absoluto) del gasto presupuestario en inversiones pudiera aumentar ingresos futuros (directamente al crear capacidad productiva mediante planta y equipos, e indirectamente al mejorar infraestructuras) ese es un posible impacto cuyo análisis requiere considerar más variables. Por ejemplo, en el periodo enero- setiembre de 2024, el crecimiento de inversiones respecto a igual periodo de 2023 fue muy heterogéneo. En las actividades con montos de inversión superiores a los mil millones de pesos en los que hubo aumento de inversión, los datos fueron los siguientes:
Turismo 55,4%
Industria 36%
Electricidad, gas y agua 13,5%
Salud pública 11,9%
Construcción 8,6%
Inmobiliaria 5,8%
Se trata del crecimiento de montos totales de inversión y no del gasto de inversión pagada con el presupuesto, pero debido al alto peso de la inversión centralizada a costa del presupuesto, los datos totales ilustran que el mayor incremento reciente de la inversión se registró en una actividad con exceso de capacidad no utilizada y con perspectivas cuestionables de mejoría significativa en su dinamismo en el corto plazo.
3. Finalmente, la principal distorsión estructural del presupuesto cubano no es tanto que existiera un déficit en su cuenta corriente, sino la existencia de la enorme brecha que representa el déficit total del presupuesto que, en el caso de Cuba, se cubre principalmente con emisión de liquidez en condiciones de restricciones de oferta, generando una fuerte presión inflacionaria. A esa importante distorsión estructural todavía no se la puesto coto. Aun cuando el déficit inicialmente planificado para 2024 (18,5% del PIB) se haya reducido a un entorno de 10-12%, conviene recordar lo anotado anteriormente acerca de que sería el segundo mayor déficit del mundo.